A mas amor, mejor rendimiento escolar
A veces nos preguntamos por qué si mi hijo sabe realizar esta tarea, no la puede realizar adecuadamente. ¿Por qué desaprueba los exámenes, si cuando estudiamos en casa lo hace bien? ¿Por qué no tiene muchos amigos en su colegio?, ¿Por qué no realiza sus tareas por sí solo y espera mi ayuda? ¿Por qué se da tan rápidamente por vencido y no quiere acabar las tareas?
Estos problemas son clasificados como conductuales y de falta de autonomía se manifiestan en muchos niños. Hay varios factores que pudieran estar implicados en el desarrollo de estos. Sin embargo el factor principal, y al que hoy daremos mayor énfasis, es la baja autoestima que se esconde en este tipo de problemas.
El niño con una poca valoración de sí mismo, generalmente no realiza sus actividades solo, ya que lo domina el temor a equivocarse. Tiene una actitud perfeccionista., es inseguro. En algunos casos presenta una actitud desafiante y agresiva. La falta de confianza es predominante en él, y todo esto es causa de su bajo rendimiento en clase a causa de su “hiperactividad”.
Ahora, ¿cuál es la causa primordial de la baja autoestima? Expertos en el tema aseguran que el maltrato infantil es la respuesta a esta pregunta. Así lo afirmó el psicólogo y secretario general de la Defensoría del Menor de la Comunidad de Madrid, José Antonio Luengo: “La baja autoestima, la ansiedad y la depresión son las consecuencias más frecuentes del maltrato infantil”.
Es por ello que nos podemos preguntar si estamos forjando a nuestros hijos con amor propio y valía personal, o supeditados constantemente a nosotros.
Por qué a la mínima expresión de autonomía que quiera demostrar le decimos: ”No sabes hacer esto, mejor lo hago yo”, “Mira cómo te quedó todo mal hecho; si vas a hacerlo así, mejor no lo hagas”, “Nunca entiendes, no sabes nada””, “No eres como tu prima: ella sí rápido aprende todo”. Con estas frases solo estamos menoscabando su autoestima cuando ellos hacen su mayor esfuerzo. No les puede salir todo bien porque son pequeños y les falta mucho que aprender. Para eso estamos nosotros, como adultos, para enseñarles y formarlos.
Recae sobre nuestros hombros el futuro de nuestros hijos y de nuestra nación, no los formemos con temores, creando con esto ciudadanos conformistas, que no se atreverán a nada, creyendo que no merecen ser felices, sin la personalidad ganadora para alcanzar el éxito. Tomemos conciencia, valoremos a nuestros niños y ayudémosles para que también lo hagan. Así promoveremos una sociedad más emprendedora, más feliz, sin tantos conflictos sociales como la pobreza o la delincuencia. Solo así aseguraremos una mejor patria para las futuras generaciones.
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